El Espíritu transforma nuestras vidas, abre nuestras puertas en Pentecostés
Cincuenta días después del Domingo de Resurrección, Jesucristo envió el Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Esto es lo que celebramos en Pentecostés, la fiesta de la venida del Espíritu, una de las solemnidades más importantes de la Iglesia.
En Pentecostés nos sentimos transformados, llenos del Espíritu, presencia viva del Señor en la vida de cada uno. Una fuerza que se hace presente cada día, que nos llama una y otra vez.
Una energía que moviliza, que nos impulsa. Que nos hace capaces de vencer a los miedos que nos paralizan a diario, de perdonar cuando algo nos hiere, de darnos a otros saliendo de nosotros mismos; Nos hace capaces de vivir llenos por dentro y nos invita a abrir nuestras puertas:
Abre, abre sin miedo. Abre mis puertas Señor.
Entra en mi casa, la mesa está puesta, tan solo faltan tu vino y tu pan.
Tus heridas y las mías compartidas, se hacen vida en la mesa del Amor
donde todas las lenguas se comprenden, donde la diferencia se hace don,
donde cada patria se hace Reino y no aleja una bandera ni un color.
Cuando llenas nuestro hogar con tu presencia y tu amistad,
caen los muros que el miedo levantó.
Tu Palabra nos invita a salir a los caminos, tú liberas y abres nuestro corazón;
y el extraño se convierte en un hermano que nos acoge con paciencia y compasión.
Ain Karem
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Etiqueta:Espíritu Santo, Pastoral Spínola, Pentecostés