“El Encuentro de Animadores ha sido mucho de escucharnos, de compartir desde nuestra verdad”
El Encuentro de Animadores siempre es una nueva oportunidad de poner en el centro la llamada que hace la Iglesia en cada uno de nuestros centros, compartir las experiencias y enriquecernos juntos. El pasado fin de semana, del 10 al 12 de noviembre, tuvo lugar una nueva edición, esta vez, en el colegio Cardenal Spínola de Madrid. Lucía Mildner, animadora Spínola del colegio Sagrado Corazón de Sevilla, nos cuenta cómo lo vivió:
La suerte de participar en este encuentro
El viernes, como siempre, fue de saludos y reencuentros muy chulos. Eso siempre pasa. Que ves a tus compañeros con los que has compartido experiencias y al fin y al cabo eso va removiendo cosillas por dentro.
La noche del viernes súper divertida, he de decir que de las veces que más me he reído recordando frases que decimos todos los días cuando animamos grupos, discutiendo cuáles son las más comunes y las que siempre repetimos.
El sábado tuvimos una mañana para poder profundizar en realidad mediante mucha formación de calidad.
La experiencia de la Hermana Xiskya
Tuvimos la suerte de que la Hermana Xiskya, que ha estado presente en el Sínodo con voz y voto, nos pusiese al día de lo que es el Sínodo. Le dábamos un significado a la Iglesia Sinodal y buscábamos respuestas a las más cotidianas preguntas: “¿Oye y… cómo es participar en el Sínodo? ¿En qué idioma? ¿Qué votabais? ¿Qué resumen harías?
Y bastantes más preguntas salieron de aquella sala. Ese día todos aprendimos el significado de la sinodalidad. Además yo creo que fue un completo acierto la forma en la que ella nos daba a entender las cosas. De hecho, para hacerlo más práctico, nos dividimos por grupos, y una vez así, empezamos a hacer una rutina como si fuéramos partícipes del Sínodo (que al final me he dado cuenta de que todos somos parte del Sínodo).En definitiva, un auténtico regalo poder escuchar lo que íbamos sintetizando cada grupo, un completo examen individual de qué queremos transmitir siendo catequistas, cómo podemos acercarnos a todos los niños, de qué manera podemos transmitirle verdaderamente lo que queremos… os podéis imaginar lo bueno que fue ese compartir.
“Quizás somos las únicas personas que les hablamos del Señor a los niños”
Mientras avanzaba el día tuvimos varios puntos importantes. Un café con algunos testimonios. Así empezó nuestra tarde. Y de qué forma más familiar que tomarte un café y mantener una charla distendida con personas que tenían algo que contarte. Algo guay, muy guay.
Después de ese ratito que tan bien nos hizo, nos fuimos a bucear un poco más en nuestra historia. Y cómo no, Marcelo y Celia hicieron de las suyas. Nos acompañaron varias personas que sabían mucho sobre la vida de nuestros fundadores. Los que empezaron el lío Spínola, ese en el que seguimos nosotros ahora.
Te llena muchísimo conocer más de sus vidas, adentrarte en la profundidad del Sí de cada uno, hacerte consciente de que no fue fácil para ellos, pero sobre todo, a mi me recuerda que todos tenemos un poquito de cada uno. Las cartas que se escribían te hacían ver lo humano que era todo. La ternura con la que se correspondían, la manera de confiar en el Señor… eso nos evocaba a preguntarnos, ¿qué me hace estar aquí como animador?
“Quizás somos las únicas personas que les hablamos del Señor a los niños.” Contestaba una compañera.
“¿Por qué soy animador?”
Y cuando ya pensábamos que el día se había acabado, una oración desde lo más sencillo del corazón nos acompañó durante la noche. Un rato de verdadero silencio. De pasar por dentro todo lo que habíamos vivido. Una oportunidad para asentar todas las emociones del día. Un momento para arrodillarse ante el Señor y dejar que Él entre. Sin límites, simplemente dejándote querer por Él.
El domingo no fue menos. Un circuito por nuestro carisma de animador. Unos textos que nos recordaban lo importante de lo importante. Que nuestro centro es el Señor. En ese ratito tuvimos la oportunidad de hacer un repaso grande por nosotros mismos. ¿Por qué soy animador? ¿Quienes lo han sido para mí? ¿Qué me cuesta? ¿Que barreras tengo?
Y el compartir que lo llena todo. Este encuentro ha sido mucho de escucharnos para escucharle, de compartir desde nuestra verdad. No miento si digo que ha sido una de las experiencias más bonitas que me llevo de esta casa. Comprender que la Iglesia Universal es algo real. Acercarnos al encuentro ecuménico. Vivir en comunión. Trabajar juntos para mejorarnos. Coincidir y discernir. Divergir para converger y que no sea un problema. Esto es lo que somos.
¡Y vamos a seguir creciendo!
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