El encuentro de Bachillerato “ha estado lleno de momentos de conexión con Dios y con nosotros mismos”
El Encuentro de Bachillerato del pasado fin de semana del 13 al 15 de enero, ha sido una experiencia de reencuentro para los alumnos. Victoria Montero y Adriana Molinera, alumnas del Colegio Cardenal Spínola de Madrid, nos cuentan como lo vivieron en este testimonio.
Cuando nos comunicaron que íbamos a ir al encuentro a Sevilla, sentimos mucha emoción por ir; algunos ya lo habían hecho en años anteriores con brotes, pero para otros era la primera vez.
A medida que se iba acercando el momento, había cada vez más ilusión y a la vez nervios por ver qué nos esperaba en este encuentro.
Nada más llegar, hicimos una actividad para empezar a conocernos, y tras un momento de desconexión, bailando y cantando, llegó la calma con una oración para despedir el día. Por la noche había risas, ganas de fiesta y de hablar, sin embargo, teníamos que dormir porque nos esperaba un largo día a la mañana siguiente.
Despertamos a ritmo de Manuel Carrasco para empezar el día con buen pie, e inmediatamente teníamos que cambiarnos, asearnos y desayunar. Nos reunimos en los grupos y empezamos a hacer actividades. Nos dieron una hoja, divida en cuatro, para las actividades que había que hacer. Cada grupo las hacía en un orden, para así no coincidir. Una era de crear una constelación, tú constelación, lo cual te hacía recordar con mucho cariño a las personas más cercanas a ti. Luego había que ponerlo en común, y con eso cerrábamos esa actividad, e íbamos a la siguiente, la cual consistía en hacer un horario con tu rutina para ver los momentos en los que conectabas con Dios, y era un momento de paz interior, para conectar contigo mismo. Después de esta hicimos de las actividades más emotivas, consistía en mirarte en el reflejo del móvil mientras iban contando historias de cosas por las que la gente había pasado. Había veces que no te identificabas con los testimonios que iban diciendo, pero en ocasiones, nunca mejor dicho, te veías reflejado, y podías llegar incluso a romperte, ya que los temas que trataban eran muy duros, y al ponerlos en común, era inevitable no expresar ese malestar interno. Cuando terminamos, hicimos una actividad muy dinámica. Trataba de elegir un outfit para distintas ocasiones. Tras haberlo elegido, en pequeños grupos poníamos en común lo que más nos había llamado la atención o algunas cuestiones que iban haciendo al momento.
Al finalizar esa mañana intensa, y comer, nos tocó hacer una gincana por la ciudad, alrededor del colegio. Los monitores nos iban mandando las pistas, y cuándo llegábamos al lugar indicado, había que hacer un reto. Luego, llegadas las 18h, fuimos al colegio a merendar, relajarnos y cenar para luego prepararnos para ir a la iglesia, donde pudimos disfrutar de un momento de relajación y conexión con nosotros mismos y con Dios.
Por la tarde noche, había una actividad que iba a consistir en escuchar los testimonios de ciertas personas. No nos dio tiempo a escucharlos todos y cada uno escuchamos dos. Algunos eran relacionados con situaciones más personales, como enfermedades, y otras relacionadas con vivencias que les habían cambiado la forma de ver la vida, como por ejemplo acercarse y poder ver desde cerca la experiencia de personas que dependen de lo que una asociación les pueda ofrecer. Estos testimonio nos ayudaron a darnos cuenta de lo que tenemos y eso de lo que tanto nos quejamos, que, en realidad, es solo un mísero problema si lo comparamos con el de otras personas.
Una vez terminamos la que era la última actividad del día, nos dirigimos al patio para disfrutar un momento de música y baile como el de la noche anterior. Con esta alegría y felicidad nos dispusimos a ir a dormir, porque ya mañana terminábamos este encuentro y había que estar descansados para poder disfrutarlo al máximo.
Cuando el domingo nos despertaron, fue un momento de confusión, ya que teníamos ganas de hacer más actividades con los compañeros pero también esa tristeza de pensar que este encuentro terminaba en unas horas. Al igual que la mañana anterior, nos aseamos, nos vestimos y desayunamos para empezar la mañana con una actividad para indagar más en nuestro interior, la cual íbamos a desempeñar en grupos mezclados por colegios. La actividad consistía en que nuestros monitores nos iban a ir haciendo preguntas y nosotros debíamos coger un objeto que habíamos elegido y responder, si queríamos. En total fueron unas diez preguntas, cada una más profunda que la anterior. A medida que íbamos avanzando, nos íbamos conmoviendo al recordar momentos o al escuchar historias de otros compañeros. Fue una actividad que nos ayudó mucho tanto a nivel de confianza con los demás, al abrirte y compartir una parte de ti, como a nivel personal, ya que aceptar esos momentos en los que te ha costado levantar la cabeza o te has sentido mal, te ayuda a encontrarte a ti mismo. Después de esto, nos dieron tiempo libre para que disfrutásemos nuestros últimos momentos con aquellas personas que nos habían acompañado en todo este fin de semana, porque sí, el encuentro llegaba a su fin. Nos despedimos de nuestras nuevas amistades y ya era el momento de dirigirnos hacia el autobús, en el que aprovechamos ese tiempo para recordar los buenos momentos que habíamos vivido durante el fin de semana.
En imágenes, la experiencia de nuestros alumnos de Bachillerato en este encuentro:
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