Una vida entregada al Evangelio y a la humanidad

El pasado 21 de abril, nos envolvía una profunda tristeza al recibir la noticia del fallecimiento del papa Francisco. Como comunidad educativa, nos unimos al agradecimiento por su vida de toda la Iglesia y del mundo ante la partida de un hombre que ha sido luz, guía y referencia ineludible para quienes creemos en una Iglesia cercana, abierta y profundamente humana.
Durante su pontificado, Francisco no solo nos habló del Evangelio, sino que lo vivió con ternura. Sus gestos, sus palabras, su estilo pastoral y su insistencia en una Iglesia sinodal, pobre y para los pobres, han dejado una huella imborrable también en nuestra misión educativa.
Hoy queremos hacer memoria agradecida. Compartimos las palabras de nuestra directora general, con las que nos unimos al homenaje colectivo por la vida de un hombre bueno, sembrador incansable de esperanza.
El Papa Francisco: inspiración para educar desde el Evangelio
“Regresamos en este tiempo de Pascua en el que celebramos de forma especial el movimiento siempre hacia la Vida que Dios es en la profundidad de la realidad. ¡Cómo no celebrarlo y alegrarnos por ello!Y regresamos también en este 21 de abril de 2025 en el que hemos recibido la noticia de la muerte de Francisco, un hombre bueno que ha liderado la Iglesia en los últimos 12 años y por el que tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios. Como parte de la gran comunidad de los cristianos, ojalá iglesia sinodal, no nos pasa ni mucho menos desapercibida su muerte, su pascua.
Son muchas las palabras y reflexiones que ha compartido con nosotros. Vamos a recordar un fragmento de su encíclica Fratelli tutti en la que habla sobre la amabilidad y que muy bien nos sirven de inspiración para educar desde el Evangelio en nuestros centros:“La amabilidad en el trato [es] cuidado para no herir con las palabras o gestos, un intento de aliviar el peso de los demás. Implica decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan, en lugar de palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian. La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices. Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás. Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia. Este esfuerzo, vivido cada día, es capaz de crear esa convivencia sana que vence las incomprensiones y previene los conflictos. Cuando la amabilidad se hace cultura en una sociedad, transfigura profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas. Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes (FT 223-224).Gracias, Francisco, por traer más horizonte a la Iglesia.”
Loli Sánchez, adc. Directora General de la Fundación Spínola
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